NOCHEBUENA
(Por CANDELA GONZÁLEZ)
Va un burrito hacia Belén,
en su lomo va María
y a su lado San José.
¡Arre! ¡Arre, borriquito!
Que el Rey de los hombres
ha de nacer.
Entre dos bestias
y en una cuna
de paja está.
Y todos los pastores
le vienen a adorar.
Cada uno le da su ofrenda
porque nos vino a salvar.
Ya llegan los Reyes
y todos se ponen a cantar.
Y por eso todos los 25 de Diciembre
celebramos la Navidad
¡FELICES FIESTAS!
FELICITACIÓN
(Por ADRIÁN GONZÁLEZ)
Esta Navidad
Adrián y Falcao, su gato
te quieren desear
que seas muy feliz
y que te rías un rato.
YA VIENE LA NAVIDAD
(Por SARA CEBALLOS)
¡Oh! Ya viene la Navidad.
Como cada año felicidad.
Como cada año felicidad.
Como todo llega,
como todo se va.
¡Sacad las cajas de adornos ya!
¡Oh! Ya viene la Navidad.
Como cada año felicidad.
Las figuritas del Belén
aguardan todas a la vez.
Los ángeles se levantan,
alegres todos cantan.
¡Oh! Ya viene la Navidad.
Como cada año felicidad.
Todos los pastores están
con sus rebaños pastando ya.
Un ángel han visto
con mucha claridad.
¡Oh! Ya viene la Navidad.
Como cada año felicidad.
La Virgen María
contenta está.
Con su niño recién nacido
en brazos está.
EL PEQUEÑO DUENDE
(Por RAÚL SÁNCHEZ)
En una ciudad poblada por duendes había un equipo de rescate formado por un pequeño duende y cinco adultos que se burlaban de él.
Un día sonó la alarma. ¡Santa Claus estaba atrapado!
Se pusieron en marcha, pero pasaron horas y horas buscando la casa. Cuando por fin la encontraron, vieron que un señor tenía atrapado a Santa. El señor vio a los cinco duendes y también los atrapó. Pero no vio al pequeño duende...
El señor tenía hambre y fue a la cocina, pero cerró la puerta. Pero como el pequeño duende eran tan, tan pequeño que cabía por la cerradura, pudo entrar y desatarlos a todos. Salieron corriendo y cuando volvió el señor no estaban, ni Santa ni los duendes.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
LA FLAUTA DE JUANITO
(Por MARTA Y HUGO LÓPEZ BEJARANO)
Hace más de dos mil años, una familia de pastores vivían en el valle, en unos chozos de paja y ramas de árboles que se habían construído ellos mismos.Allí cuidaban los rebaños de los dueños de aquellas tierras. Eran buenas gentes, sencillas y humildes.
Una noche fría de invierno les sorprendió oír unas melodías alegres y festivas que no habían escuchado antes. Juanito, el más pequeño de los hermanos, dijo:
-"¡Mirad qué estrella más brillante! ¡Parece un cometa, vamos a ver qué es!"
Fueron todos en dirección a la estrella y, según se iban aproximando, oían mejor las canciones y veían el resplandor de la estrella a las afueras del pueblo, que estaba fija sobre el establo del tío Jeremías. Cuando llegaron se quedaron todos sorprendidos: allí, junto al ganado, había un hombre con unas barbas blancas, de aspecto bonachón, y una joven muy guapa con su bebé en brazos. Estaba temblando de frío así que el abuelo se quitó su pelliza para que se abrigaran la mamá y el niño. Los pastores, enseguida, recogieron leña para avivar el fuego y después volvieron al chozo a por queso, leche y miel para que todos pudieran cenar algo.
José y María, que así se llamaba la pareja, les dieron las gracias por todos los detalles que habían tenido con ellos. El niño les miró sonrientes y ellos volvieron a sus chozos con una felicidad y alegría que nunca antes habían sentido.
Juanito seguía escuchando esas canciones tan alegres y dulces en su interior. Él quería cantar y tocar así pero, de momento, tenía que conformarse con tocar la flauta de caña que le había hecho su padre.
Pero ese deseo le hizo tocar la flauta cada vez mejor. Ya no volvieron a decirle sus padres que callara un rato, sino que le escuchaban complacidos. Él notó el cambio en sus padres e incluso en sus vecinos que, muchas noches de verano, le animaban a que tocara y cantara algo cuando se sentaban a tomar el fresco.
Juanito creció y fue un joven feliz cuidando su rebaño, y éste se alegraba lo mismo que el valle cada vez que oían sus dulces melodías invadiendo los prados.
MILAGRO DE NAVIDAD
(Por CARMEN DE LA MONTAÑA Y ROSA Mª MARTÍN)
Hace mucho tiempo, en un pueblecito muy pequeño y bonito, vivía una familia muy pobre formada por papá, mamá y dos hermosos niños pequeños, Irene y Adrián. Estaban muy unidos entre ellos, nunca se oía una voz más alta que otra, siempre estaban contentos con lo que tenían; eran muy felices de estar siempre juntos.
Cuando estaba próxima la Navidad, ellos, como todos los del pueblo, querían una Nochebuena especial, pero este año la cosecha había sido muy mala y no podrían celebrarlo como todos los años que, aunque humildemente, no faltaba en su mesa un pavo y un árbol de Navidad que adornar. El padre se lo intentó explicar a los niños, pero Adrián e Irene no entendían por qué tenía que ser todo tan injusto y, sin querer escuchar más, se fueron llorando a dormir.
El pobre padre estuvo toda la noche pensando cómo conseguir algo de dinero para dar a sus niños la Navidad que se merecían, ya que eran muy buenos y obedientes.
Por fin decidió que en cuanto amaneciese marcharía al bosque para cortar leña y, cuando la gente del pueblo empezara a levantarse, ya estaría él allí para vendérsela. Pero la venta no resultó como él pensaba, pues casi ninguna de las familias del pueblo podían permitirse gastar más, aunque esa leña les viniera bien a todos, ya que todas las casas eran frías y húmedas.
Nuestro amigo, rápidamente, decidió colocar un montoncito de leña delante de cada puerta para que todos pudieran pasar una Nochebuena y Navidad cálida en familia. Se sintió muy orgulloso de su acción pero también se sentía triste, pues no había conseguido su objetivo: en su casa seguía sin poderse celebrar la Navidad...
Pero lo que él no sabía es que, mientras hacía el bien a los demás, en su casa se había producido un bonito "Milagro de Navidad". Cuando la mamá y los niños se levantaron, se encontraron toda la casa adornada con guirnaldas, un hermoso árbol de Navidad y, junto a él, un montón de exquisitos productos navideños. No podían dar crédito a lo que veían. ¡Era realmente un milagro!
Cuando el padre por fin llegó a casa, sus hijos salieron a recibirle con los brazos abiertos y, gritando y riendo de alegría, le contaron lo ocurrido.
Aquella fue su mejor Navidad.
Con esta bonita historia tenemos que aprender que para que alguien nos ayude, primero tenemos que ayudar a quien lo necesite de la manera en que cada uno pueda.
¡FELIZ NAVIDAD!
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